lunes, 17 de agosto de 2015

Coral

Cuando el instante que dejamos se convierte en humo, y las caricias se transforman en pequeños portales de locura, nos estudiamos como si de libros se tratase, examinamos minuciosamente cada pulgada de nuestra portada con el ojo critico de un perito, pero con la suavidad y la ternura de una madre primeriza.

Te conozco de otra vida, de otras circunstancias, de otro tiempo, de otra distancia. Quiero creer que de androginia se trata, que los dioses no podían con nosotros, que nos envidiaban, que nos temían.
Encontré absurda la idea de contarte algo gracioso, amor, para difuminar el ambiente de sales y vapores. La luz que había en la habitación era la que emergía de tus entrañas, ahí supe que era la única luz que volvería a ver, que volvería a tocar, que volvería a sentir. Ya no somos los mismos, el cuarto no es el mismo, el río del cual mis sedes sacie tampoco sera el mismo. Ya nada es lo mismo, maja.

Elevada, como si de magia se tratase, arropada entre mis manos y cantando esa canción que no existe pero que improvisada es dulzura para mis oídos. Quise recitarle los poemas de Neruda, los versos de Wilde e inclusive citarle el capitulo 68 de Rayuela; pero no pude, su inefable capacidad de dejarme sin aliento me dejo nublado en un sórdido abismo que solo podía llenarse de su magia y su ternura. 

Cautivado en el sol café de sus ojos, embuido en un huracán tormentoso de besos cerrados y sonrisas calladas, yo parecía un apócrifo de lo que alguna vez fui pero ella estaba intacta como si de un diamante se tratase.

Alargamos el después, para acompañarnos eternamente en un tiempo anfibio.

El aire incitaba, las mariposas del jardín festejaban lo que era inevitable, era el fin de la razón, era el fin.

Pero el comienzo de un nuevo amor. Your Website Title

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