Tres de la Madrugada
Querida Mariana:
No interesa lo que puedas pensar de este hombre, pero una larga soledad me obliga a dirigirte las siguientes lineas. Ante todo, estoy plenamente agradecido por los momentos que compartiste conmigo. Mi unica intencion fue hacer tu estadia en mi destino un poco mas placentera, pero cambiaron repentinamente mis intenciones desde el instante en que los problemas llegaron a mi.
He comprendido, despues de recorrer el continente entero, que no encontrare a otra sonrisa igual a la tuya, a otra mujer ideal, como la que he admirado y enamorado desde el primer momento que la vi. Mi corazon, encendido por las chispas que despiden tus hermosos ojos negros, arde de locura por vos, pero esta pasion se recrudece por la enorme pérdida que he tenido, por los problemas que abruman a mi existencia.
Sin embargo, cuando el amor se empeña en enjugar las lagrimas de la vida, ellas pierden su amargura. Te doy las gracias por haberme permitido endulzar tus lagrimas y que tu corazon haya admitido los consuelos de mi bochornosa existencia. No podes condenarte a una vida de promesas y soledad que te puedo dar, privandote de aquella felicidad que pasa por delante de tus ojos, no puedo permitirlo. No solo el amor es una necesidad del alma, sino que tambien es la mision que tiene la mujer en la tierra: la de querer.
Seria muy egoista de mi parte encadenarte a mi. Te quiero demasiado como para dejarte vivir y ser feliz en otros brazos. Este mundo es tan breve y cruel para los solitarios.
Solo pienso en el error que cometo al dejarte ir.
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